Tenía.
Y siguió teniendo cuando más tarde
le dije que no podía dormir. Que nunca duermo. Que vivo despierta. Que desconozco
por completo la sensación de descansar porque, si acaso llego a caer rendida,
sueño cosas raras.
Muy raras.
Tan raras como que lo beso, en su
casa, mientras su mujer limpia el baño y nos pregunta qué pasó.
«Somos sinónimos.»
—Cerrá los ojos que te cuento un
cuento.
—¿Cuál?
—El que vos quieras. Te dormirás
escuchando mi voz.
—Okay, contáme algo de historia.
—¿Qué?
—Desde el inicio.
—¿Desde el 2000, el nuevo siglo?
—No. Desde el inicio de todo.
Desde los dinosaurios en adelante.
—Només? Ha! Tendrás que pasar
muchas noches conmigo, porque hoy no acabaremos.
Hay hombres que jurarían
que me quisieron más.
Pero nunca, nadie, jamás, me quiso
mejor.
Ni durante tanto tiempo.
(No existeix cap sinònim per la paraula oníric...)
Imagen: Martín Burgos.
Texto: V.