jueves, 8 de noviembre de 2012

Resurrección


Ring. Ring. Ring.
—Hola.
—La abuela entró en coma.
—¿Querés que vaya?
—No. Estábamos esperando que pasara. 96 años son muchos años.
—Sí, pero es tu mamá y yo soy tu hija. Si me necesitás, voy.

—No te preocupes. Ya vendrás. Ahora vamos a ir a hablar con los del tanatorio porque no pasará de esta tarde. Casi no respira.
—¿Pero respira?
—Sí, pero ya está. Es cuestión de horas.
—Llamáme cuando…
—Sí. Vos no te preocupes.
Ring. Ring. Ring.
—Hola.
—Ya está a las últimas. Ahora viene la doctora para estar con nosotros en el momento final.
—Bueno. Estoy muy triste y muy lejos. Avisáme cuando…
—Sí. No te preocupes.
Dos horas más tarde.
Ring. Ring. Ring.
—Hola.
—La abuela resucitó.
—¿Cómo?
—Vino la doctora para decirnos qué hacer con el cuerpo y ella abrió los ojos y se puso a hablar, pidió un postrecito, preguntó por vos, me dijo que se olvidó de tu cumpleaños, que a la noche quiere llamarte y dice, repite cada dos minutos, que tenés que dejarte el pelo largo...
Mi abuela Amparo se va a morir un día de estos. Pero lo que me preocupa, lo que me pone a temblar de pánico y desesperación, es que la entierren viva.
O que la entierren muerta.
Y resucite.
Otra vez.
V.
Post V1.: mi abuela Amparo siempre presintió la muerte.
—Hace todo el día que hay olor a humo —dijo hace dos meses y, a la tarde, murió su hermano Julio.
Post V2: me dejo el pelo largo...