—Los viernes son tristes.
—¿Por qué?
—Porque son como morirse. Como
soñar que tu perro es un esqueleto que juega con la luna caída en la
tierra a trozos. Los viernes son un diagnóstico adverso. Los viernes son categóricos. Y aburridos. Como la entrada a un túnel. Como las
ruinas de los pueblos desaparecidos. Como cascotes. Eso. Los viernes son cascotes. Y
piedras. Huecos. Pantanos. Barro. Y niebla. Los viernes son anecdóticos. Y los odio.
—¿Por qué?
—Porque son tristes. Como las bombas, como los obuses y la metralla y los volcanes apagados. Como los cisnes en los lagos. Como las montañas y los pinos y los días azules. Sin lluvia y sin tormentas. Los viernes son tristes como los tigres amansados a latigazos. Como los circos. Y los monstruos. Como yo sin adjetivos. Y sin granadas.
V.
Imatge: Martín Burgos.